
Erase una vez una princesa,
Que en su corona llevaba
Espinas en vez de perlas.
Que no soñaba con reinos ni
Riquezas.
Una niña herida
jugando a ser mujer fuerte
y gran guerrera.
Y aunque Siempre estaba
Rodeada de gente,
se sentía sola.
Sus ojos tristes y mirada profunda
hacían contraste con su sonrisa,
fingida y una alegría mas bien oscura.
Se decía en el palacio
que había sufrido tanto,
que llegó un momento en que
nada podía hacerle daño.
Otros murmuraban
que su corazón estaba tan roto,
partido en tantos pedazos,
que ya no podrían volver
a zurcirlos.
Que ya no latía,
Que ya no sentía…
Que equivocados estaban.
Podía sentir como la tristeza
la consumía,
podía sentir como la soledad
hacía eco en su interior
y era el refugio
De cada noche, su eterna amiga.
Este cuento no tiene príncipes azules,
Todos llegaron a ser sapos,
Incluso algunos no salieron
De renacuajos.
Tampoco hay final feliz...
Pero como esto no podía ser tan triste
dejemos el final sin escribir...
Tal vez algún día
un hada madrina transforme
los ratones en blancos corceles,
O la lleve un hermoso Pegaso
A sobrevolar el imponente océano.
Tal vez algún día el príncipe
Ya no sea más un sapo.
O quizás, esta niña se anime a pintar
su vida de colores, con simples trazos.
Alejandra Atineos P.
Que en su corona llevaba
Espinas en vez de perlas.
Que no soñaba con reinos ni
Riquezas.
Una niña herida
jugando a ser mujer fuerte
y gran guerrera.
Y aunque Siempre estaba
Rodeada de gente,
se sentía sola.
Sus ojos tristes y mirada profunda
hacían contraste con su sonrisa,
fingida y una alegría mas bien oscura.
Se decía en el palacio
que había sufrido tanto,
que llegó un momento en que
nada podía hacerle daño.
Otros murmuraban
que su corazón estaba tan roto,
partido en tantos pedazos,
que ya no podrían volver
a zurcirlos.
Que ya no latía,
Que ya no sentía…
Que equivocados estaban.
Podía sentir como la tristeza
la consumía,
podía sentir como la soledad
hacía eco en su interior
y era el refugio
De cada noche, su eterna amiga.
Este cuento no tiene príncipes azules,
Todos llegaron a ser sapos,
Incluso algunos no salieron
De renacuajos.
Tampoco hay final feliz...
Pero como esto no podía ser tan triste
dejemos el final sin escribir...
Tal vez algún día
un hada madrina transforme
los ratones en blancos corceles,
O la lleve un hermoso Pegaso
A sobrevolar el imponente océano.
Tal vez algún día el príncipe
Ya no sea más un sapo.
O quizás, esta niña se anime a pintar
su vida de colores, con simples trazos.
Alejandra Atineos P.
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